sábado, 25 de octubre de 2014

Ecumenismo



 "Fuera de la Iglesia no hay salvación posible"
   "Hablar de la Iglesia de Cristo, de la verdadera Iglesia fundada por Él, constantemente "renovada" pero jamás reformada si con esto se entiende dejar aspectos fundamentales y que hacen a la esencia misma de ella—, supone admitir necesariamente la presencia de Cristo en ella y no sólo una asistencia general. Cristo no puede estar ausente, ya que "en ningún otro hay salvación" (Hech. 4,12). El que salva es Él, a través de su Iglesia, en su Iglesia, Ya decían los primeros cristianos: "Fuera de la Iglesia no hay salvación posible". No es la "palabra", no es la "ver­dad" por sí misma, como expresiones de Jesús, las que salvan, sino que es Él quien sigue obrando la salvación. Él nos ha manifestado con in­discutible claridad que ha venido expresamente para darnos la vida y dárnosla en mayor abundancia (Jn. 10,10). La vida se transmite. La vida nace de la vida, y no de un concepto, de una idea. Tiene que haber una comunicación real, casi como por contacto. No se puede enviar por co­rreo, por encomienda, en un paquete.
Todo esto significa que Cristo está realmente en su Iglesia con una presencia auténtica, real, viva, personal. Por eso la Iglesia que no tenga a Cristo vivo, resucitado, en persona, no es la verdadera Iglesia de Cristo. Por más que tenga muchos elementos parecidos a la Iglesia ca­tólica, no es la verdadera, no es la auténtica Iglesia de Cristo, porque le estaría faltando el elemento esencial.
Los católicos tenemos la dicha, la incomparable suerte de haber con­servado íntegra y pura la hermosa herencia que nos dejó Cristo, al con­vertir el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre en la Ultima Cena. Y no solamente lo hizo allí sino que, para perpetuar su presencia real (y no como un simple "recuerdo" de lo que hizo Él), ordenó a sus apóstoles hacer lo mismo. Les dijo: "HACED esto en memoria mía" (Luc. 22,19)". (¿Recibir la vida por encomienda?, p. 130-131)

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